La visión de las cosas desde la tranquilidad de los momentos. Porque el día da instantes para la reflexión.
lunes, 31 de marzo de 2014
París conquistada por una isleña
domingo, 30 de marzo de 2014
Un ejemplo a seguir: Francisco, el antipapa
Algo cambia en el Vaticano. Algo ha entrado por esas puertas que está dejando vacíos muchos argumentos ya descoloridos. Sin perder su esencia de poder de aquello que fue hace siglos -y que hoy sigue siendo, porque las cosas no se pueden negar- en su sillón papal se ha sentado un hombre.
-"¿Es que antes no lo eran?"
¡Claro que lo eran! Pero no todos tuvieron ese amor por lo que tenían encomendado. No todos vieron su posición en aquellos aposentos como una misión de voluntad hacia quienes requerían un líder humilde y con carisma. Algunos creyeron que su ministerio era eso... Un ministerio, pero político.
Hoy, como muchos españoles que no se dicen monárquicos, sino "juancarlistas", puede decirse de muchas personas que no se consideran católicas (porque no lo eran) sino "francisquenses". Su impresionante impronta de cordialidad, coherencia, sencillez, humildad, valor... Que se refleja no solo en sus palabras, sino en sus gestos -los propios, y en aquellos que fueron comunes a otros que ocuparon su destino-.
Su vehemencia medida a la hora de ejercer como siervo de Cristo, no como representante remunerado de un rico potentado, le reporta la autoridad que sólo el humilde puede ofrecer a la hora de hablar, porque las palabras del sencillo son como gomas que borran aquellas del prepotente que caen por su propia vacuidad.
El papa Francisco, el verdadero antipapa que rompe las reglas; aquél que no viene en nombre de Pedro, sino en el de Dios. Aquél que no es Dios, sino Pedro. Aquél que tiene la Palabra por palabra y la madera de un humilde sillón por asiento, como aquellas que el mismo Jesús hacía con sus manos de carpintero.
El hombre que viene a cumplir su función de servir, a cumplir su misión de dar ejemplo, a ofrecerse como ejemplo de sacrificio ante tanta humillación a la que ha de hacer frente la Iglesia por culpa de muchos de sus discípulos -ministros y fieles- que no son sino Judas dentro de los elegidos por el Señor, que incumplen con sus actos, con sus palabras envenenadas de la ponzoña de la misma víbora demoníaca, con sus enjuiciamientos basados en sus propios pareceres -o al haber hecho al entendimiento personal las enseñanzas y doctrinas del nazareno, del mismo Padre-.
En Francisco se presenta la palabra del Cristo, del ungido, del galileo que colmó las colinas para enseñar la nueva Ley.
Francisco toma su obligación, no como un cargo privilegiado, sino como una cruz y, con su ejemplo, insta a muchos cristianos a cumplir con aquella frase del sacrificio: "Toma tu cruz y sígueme".
sábado, 29 de marzo de 2014
Elegía del Cristo Viejo
La historia es tan variable como perenne cuando queda reflejada al socaire del tiempo. Los avatares del destino modifican el rumbo, como si de vientos enfrentados se tratara, que mueven la veleta sin dejar de marearla.
Hace no mucho, porque el tiempo es tan relativo como inflexible, se iniciaba un proyecto de formación en la ciudad. La hermandad vieja -desde el respeto y el cariño- de la Vera+Cruz se sumergía más allá de lo que nos tenía acostumbrados. De su frase "no cree necesario estrenar nada este año", que aparecía eterna en cualquier publicación cofrade cerca del Miércoles Santo, saltaban a asimilar una escuela-taller, con la que ya estaba cayendo en este país.
Esperanzas, ilusiones, buenas intenciones, compromisos, fotografías y firmas con apretones de manos que auguraban un próspero desarrollo y un feliz desenlace de un maridaje entre instituciones públicas y privadas que, en todo caso, esperaban ansiosos ver el fruto de esa inesperada unión.
Sea como fuere, al poco, aquella insospechada relación empezaba a dejar caer sus primeras lágrimas de la piedra que sustentaba su motivación.
Lágrimas del Cristo Viejo, repicar de campanas que tornaron en plañideras campanas de duelo.
La veleta crucera, se movía agitada en un campanario que, sin ver su casa por dentro, adivinaba que esa agitación no era señal de buen augurio. Los hermanos de la señera, veían con esperpento cómo las luces que antes daban brillo e iluminaban un camino sin una losa más alta que otra, se volvían lúgubres, tenebrosas... Y el camino se tornaba tortuoso.
Se hacía real el momento mismo que, cada atardecida del santo miércoles, llenaba de nubarrones el ya atravesado pecho de la madre dolorosa. Como en el mismo monte Calvario, el Mayor Dolor se reflejaba en el rostro de los que, con el corazón encogido por las dudas y el temor, veían morir la esperanza, la luz y el amor; veían expirar una obra, un sueño de fervor que dejaba desnudo el torso de un Cristo hecho capilla.
La plata vil, que sirviera para pagar a Judas el servicio hecho al Sanedrín entregando al nazareno, es la misma que lanceó el costado de la fe de unos cofrades entusiasmados. De la lanzada traicionera, salió sangre en forma de lágrimas que a borbotones manaban del costado herido.
Cálices de oro servían de recipiente en el cuál no desperdiciar el líquido vivo caído. Cálices de palabras de ánimo que recogían el pesar y el sentir de un Cristo Viejo, y guardaban con su recogido abrazo esa sangre de lágrimas derramadas.
"Y entre los que deseaban o no les importaban la muerte del herido lanceado, se sorteaban sus pertenencias, como buitres que arrancaban la carne del que yacía crucificado. Entre la multitud que contemplaba la escena, entre lo ruin y lo sarcástico, unos gritaban enfurecidos queriendo seguir lanceando, otros cortaban los harapos que habían sobrado, otros quedaban absortos en la escena cruel donde ultrajaban, ya muerto, al crucificado.
Telas de seda fina cosen para cubrir el cuerpo de un ensangrentado ajusticiado, que entre sus mismos discípulos, aquellos que lo habían alabado, aún reclaman que no sea enterrado, que su sufrimiento no acabe hasta que no esté destrozado.
En el duelo, Marías de San Fernando, las que hicieron el sudario, contemplan al Cristo Viejo como roto lo dejaron. Romanos que la sangre derramaron, fariseos que gritan al cielo replicando que no se les culpe de lo que está pasando. Santos pedros que niegan al Cristo Viejo haber amado y buscan que le liberen de ser por otros señalados. Buitres hacendados que se posan en la cruz de mármol, esperando poder seguir con su pico arrancando carne del Cristo Viejo que yace en su martirio colgado. Pilatos que se lavan las manos, que la justicia buscaron y juzgaron un culpable sin saber si también fue perjudicado.
Mayor Dolor del Cristo Viejo, con el corazón atravesado, un barrio que se queda huérfano de la devoción a su crucificado. Plaza del Santo Cristo, Vera+Cruz de los hermanos que tras su hábitos negros arrastran las cadenas del condenado.
Ya lo llevan trasladado a un sepulcro prestado, afligidos sus hermanos por verlo allí desahuciado. Amargura en el rostro de los que ven silenciosos cómo del corazón del barrio les han arrancado un trozo.
Que no se ha ido, que está en el tránsito lastimoso donde no le rezan sus hijos en la casa que fue su gozo. Que se trasladan errantes, buscando el responso que les sirvan de consuelo y alivien sus corazones llorosos, en la casa del hermano que los acoge venturosos."
Capilla del Cristo Viejo, con su cuerpo herido por dentro, con su piedra orgullosa por fuera que reclama lo que la historia de un pueblo le debe. Ahora te van a mostrar en la pena de tu abandono, dando clases de tu arte y tu importancia, recorriendo las venas endurecidas de tus muros lastimosos.
Triste destino el tuyo... ¡Ay, dolores del Cristo Viejo! Que te quieren mostrar vivo cuando ahora estás muerto.
miércoles, 26 de marzo de 2014
Se vende alma
Se vende alma. Se vende el humo gris antes de la última exhalación. Se venden pecados, pesares ... Se venden lujuria, traición... Se venden engaños, robos, desilusión... Se venden palabras sucias, golpes al corazón, miradas de odio y de rencor.
martes, 25 de marzo de 2014
Nana de la Pasión (solo un cofrade podría entenderlo)
lunes, 24 de marzo de 2014
El quinario no siempre se hizo en la Iglesia (un recuerdo a mi pasado)
Hace tiempo que buscaba hacer un homenaje a lo que hace años ya homenajeaba, haciendo costumbre de una reunión improvisada.
Se hizo tradición aprovechada lo que una vez fue un momento de parada, buscando la paz entre tanta algarada.
Entre cajas y libros de santos y santas, entre imágenes sacras que en la sacristía esperaban, se fraguaba la historia de una liturgia privilegiada.
Entre lectura y lectura de lo que a cada cuál aquejaba, día tras día la comunión se animaba, unos con más fieles, otros solo sus primeros devotos quedaban.
Acompañaban a esos días, de celebración esperada, lo que en la mesa del Señor en cada misa no faltaba: un pan de masa blanda. Pan de masa blanda, de dulce aromatizada, que confundía los olores de aquella breve estancia.
Idas y venidas a un convento más allá de la esquina que Colón y Rosario lindaban, hacia donde muchos parroquianos procesionaban recogiendo de las manos, con devoción artesana, lo que creaba para el pueblo: gloria bendita en hornadas.
Aquél convento que La Isla adoraba, se dejaba querer en fechas de fiesta santa, siendo en cuaresma lugar de inexcusable peregrinada, buscando una corona de canela y clavo trenzada.
De aquella casa bendita, de aquél convento que embelesaba, de su cocina venerada, de quien su pan amasaba y Quini se llamaba, entraban a la sacristía nombrada aquellas glorias horneadas.
Como quiera que aquellas reuniones, con dulces santificadas, acompañados de perfumes a ceremonias sagradas, se creó lo que el tiempo dio por historia bienaventurada.
En nuestra alma cofrade, en aquella trastienda "sacristizada", aquellas conversaciones, como homilías sin ser oficiadas, crearon un quinario por quien aquél pan enhornaba.
(Fotografía de la web "cosasdecomé.es")
sábado, 22 de marzo de 2014
La luna mordida
Las cosas no iban como había pensado. En un breve intervalo de tiempo pasó de la felicidad incontenida, promovida por un golpe de fortuna inesperado, a una caída libre en un barranco que, además de no verse un fondo, golpeaba y desgarraba su espíritu, ya dolorido, con ramajes de espino salientes.
Pero siempre saldrá una luna nueva...
jueves, 20 de marzo de 2014
Mi vida escribiendo
miércoles, 19 de marzo de 2014
Tras las brumas de Sevilla
En Sevilla corretea la niebla entre las esquinas de sus rincones. La Giralda se regodea coqueta, poniéndose el manto húmedo sobre sus esbeltos hombros. El río, silente, pausado, solo sobresaltado por algún pez juguetón y el tenue oleaje de las barcazas.
El azahar perfuma con doble intensidad al haberse bañado en un rocío inesperado ayer noche. El cielo azul, tiznado de negro golondrinaje, de blanco palomar, aún se despereza esperando el momento de asomar su alegre colorido entre las brumas que lo arropan.
Desde los puentes que hermanan Sevilla con Triana, Triana con Sevilla, se adivinan dos mundos ocultos: Santa Ana asoma a un lado, al otro la madre ciudad. Y se besan entre aguas, y las manos de San Telmo a Chapina tienen "enlazás".
Cantan pájaros alegres, que la espesura no asustan, trinan con fuerza en un parque de ensueños, donde se han detenido los tiempos, entre coches de caballos y jardines eternos.
En las calles de la urbe, en el mismo centro -y el centro de Sevilla es Sevilla entero- se huele a lo que se huele, a tamiz de vela de una iglesia, a incienso, a claveles, a nardos a lirios... Y sus calles se visten de carteles: "Se hacen capirotes para nazarenos".
Y las nieblas se disipan, y el cian del cielo se asoma, y la vida llega a la tierra en forma de rayo que hace colores donde antes habían grises, y el río se torna esmeralda, y la Giralda se quita las galas nebulosas que arropaban su hombros morunos, y en los puentes entre dos mundos -Triana, Sevilla; Sevilla, Triana- ya no se adivina, se asombra el propio y el ajeno de un paisaje que hechiza al solo contemplarlo.
Y Sevilla se despierta al son de un "Buenos días", que repiten sus gentes por los barrios añejos que rezuman sevillanía; que ya salió Lorenzo, y se hizo hueco entre neblinas y, ahora sí, despierta Sevilla con trazos de pintura de Murillo o de Velázquez, y se hace esta tierra un pedazo de cielo donde exiliarse.
martes, 18 de marzo de 2014
Rosario del Viernes Santo (El hijo pródigo)
Serán las fechas que, a momentos, me obstruyen los pensamientos más mundanos, más humanos, más necesarios, y solo veo por mi mente discurrir lo que mi espíritu cofrade manda.
Leo en San Fernando Cofrade una grata noticia, cuya protagonista única es la hermandad del Rosario: procesionará la noche del Viernes Santo sin abandonar, en este sentido, sus orígenes del último día santo de la semana, pues se recogerá la madrugada del sábado.
La noticia me alegró enormemente. Por fin se hacían buenos los cambios realizados, por fin se visualizaba el inicio de la normalidad, por fin la hermandad de la madrugada dominical iba a contemplar el sol de una resurrección a la que, otrora, precedía.
Atrás quedaron enmarañados asuntos personales, impensables comentarios entre iglesia y hermandad, gestos, mejillas no puestas por segunda vez -a pesar del Evangelio-; atrás quedaron desaires, desplantes, desafíos... Atrás quedó el útero que representa la parroquia del barrio del Parque, vacío de un hijo que adoptó la madre de todas las iglesias isleñas. Atrás quedaron unos hermanos prendidos a sus inicios, que vieron, con estupor y sorpresa, cómo apartaban de su vera al hijo más joven.
Sinceramente, no comprendo cómo en plena era de las comunicaciones puede haber tan poca entre quienes viven, comparten y rezan bajo el mismo techo del mismo Padre. Sinceramente, me da igual quién tuviese razón, porque cada uno tenía la suya, y la defendió según le venía en gana. Sinceramente, dudo que ninguno tuviese razón, cuando quien venció fue la sinrazón.
Sinrazón por creer en la victoria al desahuciar a quienes se debían guiar y no se supo encauzar; sinrazón por revelarse ante quien debía ser mentor y hacer más difícil la solución. Que me da igual quien llevase la razón... ¡Señores, ganó la sinrazón!
Ganó la ilógica de la vanidad, de la soberbia, de la inquina, de la terquedad, del rencor, de ambicionar aquello que no cabe entre padre e hijos: ser más. Cada cuál tiene su papel y su misión.
Se dio una imagen funesta, pueril, desasosegada, irresponsable y de una desestructuración a nivel fraternal que daba que pensar sobre ambos implicados, el sacerdote y la hermandad.
Insisto... ¡Me da igual quién llevase la razón! Porque la razón no ganó.
Gracias a Dios existe un obispado y un Consejo de Hermandades competentes, que son capaces de encontrar la medida, la media, la proporción justa para cada uno, a pesar que eso implique desarraigar de sus inicios a una de las partes. Si bien lo salomónico de la medida no quita mérito a lo justo de ella.
Desde los medios de información veía asombrado el circo que se había montado en la parroquia de San José Artesano -uno de dos pista, ¡nada menos!- y como, en cualquiera de ambas, no habían payasos, ni domadores, ni trapecistas... Habían leones que se enfrentaban en una lucha desigual, corriendo el riesgo de dañar, no solo a ellos, sino a quienes representaban y así ha sido. Ni uno ni otros han estado a la altura que sus deberes y condición les imponían. Ninguno ha practicado, al menos públicamente, su misión evangélica en este asunto. ¡Y me da igual quién llevé la razón! Y van tres veces las que he dicho esto.
Hoy uno, estimándose en su despacho parroquial, siguiendo con sus labores como pastor de la Iglesia (con i mayúscula); otros, rehaciendo su vida fraternal entre nuevos hermanos de la parroquial de San Pedro y San Pablo y una nueva dirección espiritual, se manejan por carriles distintos aún yendo por la misma carretera. Me pregunto si uno y otros habrán reflexionado sobre lo ridículo de sus antojos, sobre qué imagen de la Iglesia y las hermandades dieron, metiendo en el saco a sus feligreses, sus hermanos y, por extensión, a todo el cristiano cofrade isleño. Hay que darles las gracias por depauperar nuestra imagen, en una época donde ha tenido que venir un papa luchador a quitar vendas y sanar lacras.
Y, por cuarta vez. ¡Me da igual quién lleve la razón!
Ahora, la hermandad del Rosario tiene el arduo camino de retomar las riendas de su propio ser como tal. Trabajar para reconquistar lo que, con su particularidad, los hicieron únicos. Eso sí... Un poco más de HERMANDAD en COMUNIDAD y menos apartarse de aquello que nos aúna a todos: la COMUNIÓN. Está bien ser idiosincrásico, pero se forma parte de un todo. No por salir la madrugada del Sábado Santo (antes), y ser una corporación drásticamente sobria en todos los aspectos, implica que no sea una hermandad IGUAL a la de Cristo Rey, Ecce Homo, Gran Poder o Nazareno (por poner casos totalmente opuestos en visión en la calle)
Al otro triste protagonista... Qué decir. Insistiré en una frase personal que ya he citado otras veces... Doctores tiene la Iglesia y yo solo soy un monaguillo. La responsabilidad de ser quien guíe, aconseje, dirima sobre el cómo y el qué hacer para llevar una vida como asociación cristiana fundamentada en el mismo Evangelio, es una tarea compleja; sin embargo, a pesar de su dificultad, se necesita paciencia -muuuuuucha más aún-, humildad y un extra de amor y fe por el prójimo, muchas veces perdido o confundido.
Enhorabuena a la hermandad del Rosario por su renacimiento. Enhorabuena al Consejo de Hermandades, por su buen hacer y haber sabido llevar por aguas mansas lo que se temía acabaría hundido por las turbulencias. Enhorabuena al Obispado gaditano por cumplir con su misión salomónica y justa.
Si Dios quiere, en la madrugada santa sabatina, el hijo pródigo regresará a su casa, para dar cumplida cuenta de su misión catequética de mostrar los dolores de María tras la pérdida de Su Hijo, visitando el lugar donde descansan los justos, sin dejar de mirar de reojo el que fue su hogar más de 30 años: su barrio del Parque.
domingo, 16 de marzo de 2014
Derecho a abortar
Es el gran derecho que piden, exigen y anhelan los defensores de esta práctica, y de quienes promueven las ideas de universalidad para todo, en contra de las ataduras sociales y que incurren en el otro derecho de la libertad individual.
Yo no voy entrar a discutir sobre mi parecer al respecto. Porque para medir este tema existen muchas varas, cada cual con una longitud diferente y que, en cada caso a favor o en contra, no son más que posiciones encontradas.
Estamos en la era de los derechos, donde se lucha por mantener los adquiridos y conseguir los deseados; todos nos levantamos en armas cuando consideramos que alguno se vulnera o se nos quiere dar gato por liebre al tratarlos. Estamos en la era de la libertad con más ancho campo que hayamos tenido en años (aunque yo opino que solo fuimos libres cuando dependíamos de nosotros mismos para sobrevivir, y de eso hace miles de años). Vivimos la sociedad desde la crítica a todo aquello que suponga normas, sujeciones, limitaciones, restricciones... Porque queremos pasar por este mundo disfrutando de nuestra capacidad de decidir, elegir y dirigir nuestra vida. Es, en definitiva, la necesidad de darle rienda suelta a lo más puro de nosotros: nuestro espíritu. Aquello que no se puede domar, no se puede encerrar, no se puede gobernar... Porque el espíritu no responde a nada que no sea ser libre.
Dentro de esta vorágine de libertades en un mundo sujeto -sujeto porque, a pesar de nuestra alma independiente, las condiciones de convivencia están impuestas, para bien o para mal-, una motivación para los grandes amantes del no a las obligaciones de las costumbres es pelear contra todo aquél movimiento o pensamiento contrario, siendo que el reconocimiento y victoria en sus batallas genera la sensación de haber avanzado en algo.
Traigo esta fotografía, a pie del escrito. Comentaba en otro sitio que es una imagen triste, no por lo que pide, sino por lo que ofrece. Se exige el derecho a no cargar con otras vidas, vidas no deseadas, vidas que das con la tuya misma, vidas que no se anhelan, vidas que no se reclaman, vidas que no se quieren defender. Se exige poder no dejar a la naturaleza seguir su camino.
¿Porqué se pide esto? Hay quienes lo consideran una atrocidad, otros una elección que hace bueno el slogan de quien pare (la mujer) decide (por otra vida). Los motivos, cualquiera de ellos son argumentos, no excusas. La cosa está en dirimir si el argumento tiene suficiente peso.
Abortar por una agresión a la mayor intimidad natural del ser humano, abortar por no desear una carga en un momento determinado de nuestra vida, abortar porque no tener medios para sostener y dar sustento a una nueva boca, abortar porque se tuvo un desliz, abortar porque no se está preparado para sobrellevar la responsabilidad de ser padres, abortar porque no es momento de tener un hijo, abortar porque quiero. En todo caso prima el pronombre oculto (yo) y todo lo demás sobra.
¿Quién es nadie para decidir sobre algo tan elemental como es el derecho natural a concebir? ¿Cómo puede juzgarse a una mujer por no querer seguir el curso biológico trazado para esto? ¿Qué exposición hay, justificada, para que terceros opinen y traten sobre el porqué otra persona no deba proseguir con un embarazo? ¿Qué derecho natural, universal, hay que, desde el mismo momento del agarre de la nueva vida, estime que estamos capacitados para destruirla?
No soy quien, porque no me he tenido que ver nunca en la tesitura de tener que optar por sesgar una vida nonata, sea cual fuere el motivo, para señalar a nadie por esa causa. No soy quien para criticar a nadie por eso, porque cada vida es un universo distinto y, si no lo conoces, puedes perderte en él. No tengo argumentos de peso que refrende ninguna postura, porque lo considero un tema tan difícil que agradezco mi suerte de no tener que pasar por ello, no por ser hombre -que también-, sino porque en mi casa no caben dudas al respecto.
Felicito a los valientes -ellos y ellas- que se echan la manta a la cabeza en momentos de dificultad y luchan por conseguir dinero para mantener al nuevo ser, en vez de para irse a otro país a consumar el aborto. Felicito a quienes se atreven a ser padres (que ya comerán huevos). Felicito a quienes no dejan de buscar aquello que les falta en sus vidas para cumplir el sueño de perpetuar, una generación más, sus vidas. Felicito a las madres que buscan solas el pan de cada día para dárselo al hijo que ellas, sin mayor auxilio de nadie, son capaces de mantener. Porque todas estas personas tienen en común una ilusión, tengan los problemas que tengan. Y esa ilusión se hace regalo cuando te sonríe y te abraza.
No soy quien para oponerme a las libertades, derechos y opciones de nadie, pero que nadie se oponga a que yo, igualmente, piense como quiera
sábado, 15 de marzo de 2014
El informador digital
viernes, 14 de marzo de 2014
Esperando un cambio
martes, 11 de marzo de 2014
El antipregón
domingo, 9 de marzo de 2014
La nota
viernes, 7 de marzo de 2014
El cortejo (Cuento poético de Cádiz y Sevilla)
En una primavera, el año da igual, se hablaban dos novios, que más que hablar se arañaban en palabras que eran un espinar.