jueves, 8 de octubre de 2015

El penitente



Se detiene el tiempo en el titubeo de la vela, aunque todo alrededor siga.

La mirada absorta bajo el anonimato del antifaz. Hipnótico baile del fuego que lágrimas de cera da. 

Insufrible la angustia del cartón sobre la sien. Asfixiante el aire viciado tras la tela. Las piernas reclaman, pero aún les queda.

Sordos los oídos que solo oyen mis pensamientos. Las manos enlutadas rezan las cuentas que del rosario pasan.

La boca seca, la garganta callada. Los recuerdos que embargan la calma en aquel callejón en la Madrugada.

El viento gélido roza la llama y despierta los sentidos que dormitaban. Regresan los murmullos que no escuchaba.

La noche es larga, y la penitencia es la vida misma. Bendita la luz que evade, sin importar que el mundo gira.


(Foto Rafa Olvera)