lunes, 29 de septiembre de 2014

Relojes macarenos

 Se venden relojes macarenos. ¡Sí, sí! Relojes macarenos que marcan las horas en las hojas de mariquillas esmeraldas del tiempo.

La Macarena en punto/ anota el reloj/ y el ángel del Señor, en macarena hora llegó/ anunciándose a la Madre de Dios.



Relojes que marcan el sentimiento, de blanca esfera, y el soniquete de su segundero suena a  Pasa la Virgen Macarena

Correa de verde asidero que se agarra a tu pulso que rápido se acelera, sintiendo en cada latido tambores de Salteras sonando por calle Feria.


Son las macarenas horas. El cronómetro indica el compás al ritmo del cairel que suena, marcando el tiempo con andares de alpargata costalera.

Relojes macarenos en artísticas muñecas de cornetas que abren sus llaves y cierran. Algodones blancos de la Roma macarena.



¡Se venden relojes! Pregonan sus colores que hablan de la Esperanza en un río de corazones que la buscan de madrugada.

¡Llegó el momento, señores! Mirad las manillas que las horas rezan y señalan las doce y Macarena en las puertas de un barrio que su nombre lleva.


¡Se venden relojes macarenos! Sin pila, sin cuerda. Que son innecesarias. Que es tu mirada, Señora de la Resolana,  lo único que hace falta. 


España es...



Acudimos a lo inédito en un país que siempre tuvo un virus que lograba enfermarlo. El virus de las conveniencias, de los rencores, de los mártires falseados que se agarraban en una cruz con clavos de goma. Una infección que generaba llagas que terminaban purulentas, malolientes, dolorosas...

Una de las naciones más antiguas de Europa, a día de hoy, cuando sus deberes de geografía, lengua y conocimiento del medio ya debían estar   hechos, resulta que sigue dejándolos para no sabe cuándo. España es, a mi modo de ver, un quiero y no me dejan ser. 

Con una Carta Magna, aprobada por la unanimidad de los representantes del Pueblo, hace sólo 36 años (es decir, ayer), los sucesores de aquellos que la confirmaron en pos de una paz y solidaridad nacional, dicen ahora que no vale. Que tras cuatro décadas es conveniente modificarla porque, según dicen, hay partes de su articulado que ha quedado obsoleto

No se... No veo tanta diferencia de aquella España a esta. ¿La hay? Bueno sí, en aquél momento de tensión nacional todos remaron hacia el mismo lado. Ahora, cada uno boga según le convenga.

España es un gran jardín al que van quedándole escasas flores, y le han crecido espinosos cardos borriqueros. Una planta fea, molesta, que se arranca porque estorba para poder asentarse con la placidez necesaria sin tener que pincharte. No hay más. No tiene mayor argumento: no da fragancia, su leve atractivo es mero encubrimiento y aparece incómodamente.

España, es caldo que se agria con las especias de aquellos que se dicen cocineros y tan sólo son cocinillas. Listillos que creen saber de recetas y medidas pero que, en realidad, sólo se dedican a mover el cucharón en la olla y, de cuando en cuando, a saborear el amargo aguachirri que han preparado con sus malas artes.

España es un país sin un cerebro lúcido que la gobierne, pero con muchas cabezas, y sobre éstas cabellos viperinos que parecen hacer padecer de una caspa asquerosa.

¿Qué es España? España es la prostituta de muchos que quieren utilizarla a su antojo, cometiendo con ella los más impuros actos, aprovecharse de lo que ella pueda ofrecer y reírse mientras la humillan sin que ésta se defienda por mor de no ser, encima, apaleada. 

-"¿Y no la defiende nadie?"-

¡Claro que sí! Pero son llamados hijos de España ¡De España! ¿Te das cuenta? ¿Has visto que he dicho que es España? Y sus vástagos son insultados por serlo. 

España. Ese país dolorido de palos, que sirve de piñata a niños perversos que levantan de sus ojos tapados parte del trapo que los cubre, para asegurarse el golpe certero que la rompa, que la corrompa, que la dañe al menos y deje caer algún caramelo que endulce la hiel que destilan sus bocas.

España... Ese lugar donde se multiplican las divisiones, donde se restan las sumas y nunca salen las cuentas.

Triste presente de un pasado de luces que se conduce a un futuro tortuoso.