miércoles, 30 de abril de 2014

A las borricadas (y II)


(Imagen de la web del Obispado de Cádiz)


Hace tiempo escribí una reflexión que titulé como ahora. Hablaba sobre la exacerbación antirreligiosa que se cebó en una iglesia del siglo XVI -si mal no recuerdo- en Sevilla. Templo o monumento era, sin duda, patrimonio de una ciudad que, en sí, también lo es.


Hoy leo una noticia del arciprestazgo de San Fernando el cual, ante la gravísima situación social y económica de esta ciudad, y con los datos del desempleo calentitos -quemando como una rueda de churros recién sacada del 44, ahí... Junto al ayuntamiento. Sí, sí...-, pues se echa a la calle a reclamar la dignidad que una crisis primero, y dos gobiernos después, cercenaron de muchas hogares.


La medida reivindicativa, muestra como nadie es ajeno a ello (nadie salvo la banca que sigue, tras su salvación por los poderes políticos -y a saber cuáles más- con su papel de potentado prepotente). Puede que no sea, quizás, una forma efectiva para mover esfuerzos por parte de toda una ciudad, pero sí lo es a la hora de hacerla recapacitar sobre que ningún colectivo, ni siquiera ese tan profusamente criticado como es el religioso, en este caso el mismo clero local.


Esto no es política. No hay unas urnas tras esta iniciativa. No existe búsqueda de financiación para empresas. No se requieren créditos para proyectos. Esto es sensibilidad.


¿Que llega tarde tras años en crisis? ¿Quién lo dice? ¿Quién ha logrado algo en este tiempo de incertidumbres? El gobierno recortes y que en Europa no nos den por perdidos, como ocurrió con Grecia, Irlanda, Portugal, Italia -¡Uy! Metió la mano el portero. ¡Bien Draghi, bien!-; los superhéroes que no valen para nada -así tipo Robin de Batman- con puños en alto y capas tricolores que, bueno... En algunos casos, buscaban más portadas que otra cosa, y en otros sí dieron el DO de pecho (y no hablo, en el último caso de los políticos de rojos colores, sino de la gente llana). 


A ver... Quien más no hizo algo... ¿La monarquía? ¿Las eléctricas? ¿Los empresarios, normalmente los grandes, que abusaron de la crisis para hacer agosto en cualquier mes a costa de sus empleados? Y me dejo unos pocos más, pero sirvan estos de ejemplo.


San Fernando: 15000 desempleados. Cádiz: la provincia con mayor tasa de parados (no de quietos) de España. Unos políticos que se tiran trastos por cada cosa que discuten. Soluciones que dicen estar, pero no se ven. Un pueblo mendigando a Cáritas -que, además, sale trasquilada por Montoro y defendida -¡ay Dios, baja y mira esto!- por quienes no quieren la Iglesia ni para fotografiarla. Movimientos sociales reclamando el cese de un gobierno -¿ideologizados? ¡No, por favor! No malpensemos. ¿Existe una oposición que quiere sacar jugo al drama? ¡Ay, ay, ay...!-


Esto es hoy lo que vive un país. Lo que sufre una provincia. Lo que padece una ciudad (cualquiera con el 25% de su población desempleada). 


Pues aún así, saliendo también a la palestra pública el clero isleño, alzando la voz y la conciencia de propios y ajenos, uniéndose a la exposición de soluciones que ya habían, ejerciendo presión desde donde no se esperaba, apoyado por hermandades y otros grupos que ya llevan tiempo volcados con estas ayudas a los necesitados; como decía, aún así, haciendo lo mismo que otros: gritar contra la injusticia; hay quienes ya han criticado esta actitud.


-"Que los curas se queden dando misa. ¿Qué hace un cura en política".- Despotricaba un comentario en un periódico local


¿Política? Eso es... ¿¡Política!? ¿Unirse al drama social es hacer política? ¡Pues me acabo de quedar a cuadros!


Una borricada más del sinsentido social que España rezuma. Todos los rojos son demonios bohemios de una etapa ya olvidada, y los curas son los amigos de los malvados capitalistas. Suma y sigue 80 años después


El pueblo sin mirar condición ni credo se expresa en libertad y en unión. Muchos aún deben abrir los ojos y olvidarse de tanto pasado. La crisis ha sido cruel para muchos ciudadanos de a pie, en un grado u otro. Y pedir ayuda, respuestas claras y actuaciones en beneficio del pueblo -sin mermar más aún su decrépita economía-, no es exclusividad de activistas republicanos, ni de posicionamientos políticos de un solo color, ni de anti-sistemas, ni de jóvenes malabaristas con rastras y timbales, ni de usurpadores de propiedades ajenas ni ladrones de supermercados... Es un derecho y una obligación de todos los que, de una forma u otra, conviven día a día con esta penitencia que es fruto de una agonía que dura mucho más allá de una sola semana de pasión.


(Enlace de San Fernando Cofrade)


https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=862851870408289&id=100000504538044


El amor se equivocó (IV)

La cafetería no estaba demasiado concurrida. A esas horas -eran ya algo más de las cinco y media-, aún no estaba en pleno rendimiento. Sólo algún bohemio, que debido a las características decorativas del local -simulando el Antico Caffé Grecco de la capital del Lazio-, atraía muchas almas que embarcaban, ficticiamente, en un viaje a la Roma romántica. 

En realidad aquél negocio no casaba con el entorno, más funcional que estético, pero la idea de romper con la estática y monótona visión de la zona, y plantear una visión clásica, casi antigua, en un residencial donde sus habitantes tenían un poder adquisitivo considerable, fue motivo suficiente para que el propietario -Giovanni- se arriesgara a invertir su capital.

- "España tiene cierta aquiesencia italiana"- Esa era su creencia y, en cierto modo, su baza. Su única baza.

Sandra, apurado ya su café, se quedó mirando como aquellos hombres no ocultaban su afecto, pero sin llegar a escandalizar a nadie por sus muestras de cariño. Sonrisas, miradas cómplices y caricias entre sus manos, era el compendio de aquella escena. Lo que en el caso que se diera entre un hombre y una mujer era lo habitual, en esta ocasión  era distinto. 

Para la observadora, los sentimientos no debían tener frontera alguna. Era algo tan  personal y humano que, ¿quién podía poner límites a lo que sólo le corresponde al corazón decidir? Lo que se produjo ante sí le hizo reflexionar.

Iba a encontrarse con alguien, una amistad desde el instituto, con quien jamás hubiese pensado mantener ningún atisbo de relación que no fuese esa cordialidad fraguada hace años. Y, desde hacía unos días, por un simple beso, sólo por un acercamiento distinto por primera vez en 12 años que se conocían, todo quedó trastocado en su interior.

Santi -hasta hacía poco, su pareja-, era la otra parte implicada. Entró de forma inconsciente en ese juego de dos aunque, en realidad, jamás podría ser sólo de dos. Él era, con mucha probabilidad, el jugador que más sufriría los golpes en aquella partida. No era un hombre fuerte en cuanto a resolver reveses en el campo de las relaciones. Ninguna relación, de ningún tipo.

Santiago Durán, un joven de gran proyección en aquello que más le entusiasmaba -la programación informática-, era bastante apocado. No planteaba graves conflictos en su convivencia con Sandra, y prefería dar su brazo a torcer antes que dislocar aquella unión. Sandra era para él, una diosa a la que adorar y no quería faltar a la devoción que sentía. Detallista, amable, sin un mal gesto ni un pensamiento fuera de lugar cuando, entre compañeros del trabajo, se hablaban de bajos instintos hacia las mujeres.

A pesar de todo, sabía que Sandra no le correspondía como él deseaba. Aquella chica que conoció en una parada de autobús mientras diluviaba, y al que él ofreció su paraguas ante la indefensión de no poder guarecerse de ésta, lo veía como un amigo. Era consciente. No le importaba. ¿Qué misterio esconde el amor verdadero que no recelas de no ser correspondido?

De repente, el elegante hombre de la esquina del mostrador se encontraba ante ella. Visto a tan corta distancia, además de las sensaciones que ya le causó, otra le asaltó. Un perfume que no reconocía. Suave pero penetrante. De esos que quedan en el lugar a pesar de los minutos. 

De cerca se correspondía a uno de esos galanes de cine americano de los años 40-50. Llamativo, perfecto... 

- "¡Rock Hudson!"- Se sorprendió a sí misma cuando encontró el parecido perfecto para ese hombre. 

Una espléndida sonrisa la saludó.

- "Buona sera, signorina"-. Y una corriente sacudió el cuerpo de la desconcertada cliente, que aún sostenía entre sus dedos la pequeña taza vacía. Su voz era contundente, pero en absoluto chillona. Tranquila, y con el acento italiano coregrafiando el baile de sus  palabras, el tono logró que la sorprendida muchacha se quedara enmudecida.

- "Me he fijado que la vostra tazza è vuota. Scusa... Vacía, quise decir. Le apetece otro?"- solventó con presteza. 

La chica negó con la cabeza. No quería abusar de aquella droga soliviantadora. Entró a hacer tiempo en aquella cafetería y se encontró con un nudo menos en su enmarañado ovillo sentimental, o un nudo más. En tan corto espacio de tiempo, apenas quince minutos, había podido ver claridad ante ciertas sombras que la cubrían y, ciertas nubes empezaron a disiparse en un horizonte que adivinaba cuando miraba hacia atrás.

Volvió a mirar el enorme reloj de la pared -las cinco y cuarenta-. Quizás se confió demasiado y ese encuentro que contempló -¿será la casualidad una realidad o el destino caprichoso?- le absorbió más tiempo del previsto. 

Dejó dos monedas sobre el mostrador de madera, y asintió levantando las cejas, como aceptando el precio del cortado servido. El cortés propietario llamó a uno de sus camareros, y le solicitó que recogiese el servicio que se utilizó. La chica y el apuesto hombre se sonrieron. Sólo un "buenas tardes" salió de la boca de la joven, mientras él agachaba la cabeza en agradecimiento y despedida.

Salió y retomó el camino hacia el parque donde se citó, ya no quedaba lejos. La tarde empezaba a notar el acecho de la anochecida y el sol ya no alumbraba como antes. 

                              (Continuará)