sábado, 17 de octubre de 2015

El mantón

Guardaba el embrujo de quien envolvía. Varales de seda sus flecos, que velaban con coquetería la tersa piel.

Escolta de su espalda. Pícaro jugador de la lascivia dejando al descubierto el as bajo la manga, sensual el hombro asomaba.

En su cuerpo zaino, tatuajes de delicados trazos, esculpidos más que bordados, que acariciaban la vista. Atrayendo, como las flores a los libadores. Revelando el néctar salado que se reservaba bajo él.

Jactancioso provocador. Era un falaz moralista, que hablaba de pudor mientras seducía insinuando. 

Galán que triunfaba entre ellas, cubriéndolas como muchos quisieran. Envidiado entre ellos que anhelaban, siquiera, palpar lo que con su tacto besaba.

Capaz de acentuar la mirada de la mujer que lo poseyera, misterioso hechizo del negro lienzo que esclaviza los sentidos. Capaz de convertir el guiño en beso y el suspiro en un piropo que se lanza al viento.

Mantón, adorado grial trenzado. Bastión donde se refugia el tesoro divino que guarda la esencia de lo femenino.


(Foto Mª Carmen Roa)



Poesía en un tuit: Caminos


Las lluvias oxidaron los hierros que cruzaban los caminos, reblandecieron las piedras y convirtió la melancolía en su destino.

(Foto Rafa Olvera)