sábado, 29 de marzo de 2014

Elegía del Cristo Viejo

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  La historia es tan variable como perenne cuando queda reflejada al socaire del tiempo. Los avatares del destino modifican el rumbo, como si de  vientos enfrentados se tratara, que mueven la veleta sin dejar de marearla.


Hace no mucho, porque el tiempo es tan relativo como inflexible, se iniciaba un proyecto de formación en la ciudad. La hermandad vieja -desde el respeto y el cariño- de la Vera+Cruz se sumergía más allá de lo que nos tenía acostumbrados. De su frase "no cree necesario estrenar nada este año", que aparecía eterna en cualquier publicación cofrade cerca del Miércoles Santo, saltaban a asimilar una escuela-taller, con la que ya estaba cayendo en este país.


Esperanzas, ilusiones, buenas intenciones, compromisos, fotografías y firmas con apretones de manos que auguraban un próspero desarrollo y un feliz desenlace de un maridaje entre instituciones públicas y privadas que, en todo caso, esperaban ansiosos ver el fruto de esa inesperada unión.


Sea como fuere, al poco, aquella insospechada relación empezaba a dejar caer sus primeras lágrimas de la piedra que sustentaba su motivación.


Lágrimas del Cristo Viejo, repicar de campanas que tornaron en plañideras campanas de duelo.


La veleta crucera, se movía agitada en un campanario que, sin ver su casa por dentro, adivinaba que esa agitación no era señal de buen augurio. Los hermanos de la señera, veían con esperpento cómo las luces que antes daban brillo e iluminaban un camino sin una losa más alta que otra, se volvían lúgubres, tenebrosas... Y el camino se tornaba tortuoso.


Se hacía real el momento mismo que, cada atardecida del santo miércoles, llenaba de nubarrones el ya atravesado pecho de la madre dolorosa. Como en el mismo monte Calvario, el Mayor Dolor se reflejaba en el rostro de los que, con el corazón encogido por las dudas y el temor, veían morir la esperanza, la luz y el amor; veían expirar una obra, un sueño de fervor que dejaba desnudo el torso de un Cristo hecho capilla.


La plata vil, que sirviera para pagar a Judas el servicio hecho al Sanedrín entregando al nazareno, es la misma que lanceó el costado de la fe de unos cofrades entusiasmados. De la lanzada traicionera, salió sangre en forma de lágrimas que a borbotones manaban del costado herido. 


Cálices de oro servían de recipiente en el cuál no desperdiciar el líquido vivo caído. Cálices de palabras de ánimo que recogían el pesar y el sentir de un Cristo Viejo, y guardaban con su recogido abrazo esa sangre de lágrimas derramadas.


"Y entre los que deseaban o no les importaban la muerte del herido lanceado, se sorteaban sus pertenencias, como buitres que arrancaban la carne del que yacía crucificado. Entre la multitud que contemplaba la escena, entre lo ruin y lo sarcástico, unos gritaban enfurecidos queriendo seguir lanceando, otros cortaban los harapos que habían sobrado, otros quedaban absortos en la escena cruel donde ultrajaban, ya muerto, al crucificado.


Telas de seda fina cosen para cubrir el cuerpo de un ensangrentado ajusticiado, que entre sus mismos discípulos, aquellos que lo habían alabado, aún reclaman que no sea enterrado, que su sufrimiento no acabe hasta que no esté destrozado.


En el duelo, Marías de San Fernando, las que hicieron el sudario, contemplan al Cristo Viejo como roto lo dejaron. Romanos que la sangre derramaron, fariseos que gritan al cielo replicando que no se les culpe de lo que está pasando. Santos pedros que niegan al Cristo Viejo haber amado y buscan que le liberen de ser por otros señalados. Buitres hacendados que se posan en la cruz de mármol, esperando poder seguir con su pico arrancando carne del Cristo Viejo que yace en su martirio colgado. Pilatos que se lavan las manos, que la justicia buscaron y juzgaron un culpable sin saber si también fue perjudicado. 


Mayor Dolor del Cristo Viejo, con el corazón atravesado, un barrio que se queda huérfano de la devoción a su crucificado. Plaza del Santo Cristo, Vera+Cruz de los hermanos que tras su hábitos negros arrastran las cadenas del condenado. 


Ya lo llevan trasladado a un sepulcro prestado, afligidos sus hermanos por verlo allí desahuciado. Amargura en el rostro de los que ven silenciosos cómo del corazón del barrio les han arrancado un trozo.


Que no se ha ido, que está en el tránsito lastimoso donde no le rezan sus hijos en la casa que fue su gozo. Que se trasladan errantes, buscando el responso que les sirvan de consuelo y alivien sus corazones llorosos, en la casa del hermano que los acoge venturosos."


Capilla del Cristo Viejo, con su cuerpo herido por dentro, con su piedra orgullosa por fuera que reclama lo que la historia de un pueblo le debe. Ahora te van a mostrar en la pena de tu abandono, dando clases de tu arte y tu importancia, recorriendo las venas endurecidas de tus muros lastimosos.


Triste destino el tuyo... ¡Ay, dolores del Cristo Viejo! Que te quieren mostrar vivo cuando ahora estás muerto.


(Fotografías de la página de la hdad de Vera+Cruz)