domingo, 27 de abril de 2014

Luna de sueños (secuela de "La luna mordida")

(Mi gratitud  a @Vidal_ M_Ostariz por su gran empatía)


Mi firma en Twitter y el regalo de un amigo... 


Una frase sacada de la experiencia, el deseo, la desesperanza... Un cúmulo tal de circunstancias que todas caben en esa bola blanca que vemos allá arriba, en el cielo, cada noche.


No son pocas las veces que me he quedado admirándola, absorto, prendido, prendado, robado, embobado... -cualquier adjetivo similar es válido-, y ha sido tanta la paz ante el desasosiego que cualquier problema desaparecía en ese momento.


La luna como un sueño. Es que no creo que pueda describirse de otra forma lo que esa galleta en leche, esa bola de queso, ese mundo para extraterrestres, ese veneno del licántropo, ese reloj para las embarazadas, ese refugio del bohemio, representa para quien queda hipnotizado de su luz prestada por el sol. ¿Qué más da que el sueño se realice o no? Los sueños forman parte de la ilusión, la ilusión parte hacia la esperanza y ésta nos da la felicidad.


En la tristeza de los muchos momentos de nuestra vida, nos faltan estos ingredientes. No podemos evitar la realidad -la cruda realidad muchísimas veces-, pero sí podemos levantar la mirada y perdernos en la inmensidad zaina de un cielo nocturno y allí, como la luz al final de aquél túnel que todos tendremos que recorrer alguna vez, estará ella: la luna. Fíjate, mírala... Te sonríe. Siempre te sonríe.


Alguien me dijo una vez, cuando apenas contaba tres años de edad, al fallecer mi abuela, que ella estaba en aquella bola. Mi imaginación infantil y el amor hacia mi abuela hacía que, cada mañana, me asomara a la ventana de la habitación de mis padres a esperarla. Aguardaba verla estirar una escalera que llegara hasta esa ventana e irme con ella. Pero mientras, me sonreía. Me bastaba con eso.


Bendita niñez...


Hoy, aún sigo mirando esa misma luna. La misma que miraba hace treinta y cinco años, y sigo viendo a mi abuela Teresa. Ya no espero que ella baje, sino llegar yo hasta ella algún día. 


Esa luna no quita las penas de mis pesares en este mundo, pero sigue siendo mi lugar de los sueños.



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