miércoles, 4 de junio de 2014

Referendo por una corona



Eso es lo que aquí se muestra...

Muchedumbre en las calles, enseñas orgullosas de sus principios, de su entusiasmo por una forma de pensar que choca de frente con no pocos contrariados que los ven, doy fe, como una lacra absorta en sus acciones propagandísticas y con un líder -dicen- poco fiable, ambíguo, déspota o con gran facilidad para lavarles el cerebro a base de bonitos y elaborados discursos.

Murmullos imposibles de acallar, gritos que no se pueden dejar en los adentros, emociones que se reflejan en las caras, todos unidos en unos mismos colores, envueltos en canticos que expresan el orgullo de su ser.

No son mayoría, pero se hacen notar. Son multitud. Reclaman poder expresarse en libertad. Portan emblemas que representan el sacrificio, el dolor y la libertad del hombre. Su defensa a ultranza de la mujer, de su derecho sobre  su hijo, de su papel principal en la propia historia que quedaba relegada a cumplir como actor secundario pero que, sin embargo, se le reconoce su importancia.

Manifestantes de convicciones muchas veces incomprendidas, incluso diana de mofas, de no pocos insultos y desprecios porque no se entienden sus códigos, sus motivaciones, sus ideales... Siempre llamativos, siempre colapsando calles, nunca inadvertidos, de indumentarias definidas que implican su pertenencia al colectivo y su filiación incondicional a sus propios estatutos, en definitiva: a su pensamiento.

En su trabajo está el congregar al pueblo que los observa, a veces con recelo, otras con admiración, no pocas veces con rencor, y exportar a las mentes cerradas y obtusas un ideario que aboga por liberar de las cadenas que los oprimen y empobrecen: el dinero, las injusticias sociales, la falta de solidaridad por el bien común... Y aún así, con su intención de ser un revulsivo que abra los ojos a una verdad distinta a la que estamos doblegados a creer. 

Exhiben sus proclamas orgullosos, representan un ideal complicado porque no es sencillo ni tan siquiera para ellos mismos llevarlo a cabo. Es un reto y en toda prueba siempre puede escoger uno la respuesta incorrecta, el camino erróneo, la decisión más inoportuna... Y eso genera desconfianza en esa estructura, interna y externa, que la hace dudosa en no pocas ocasiones y aborrecida otras.

Y no es un referendo político lo que reclaman, sino cofrade. Así pues, refrendo:

Refrendo el azahar como el olor que distinga el reino cofrade. Refrendo "Amarguras" como su himno. Refrendo la voz del capataz como lengua co-oficial junto a la vernácula, esa que se aprende de pequeño cuando se oye el primer tambor del Domingo de Ramos. Refrendo el palio como su puerta de entrada. Refrendo Andalucía como su capital y a Sevilla como embajadora por derecho propio. Refrendo a María Santísima como reina irremplazable. Refrendo un vasallaje de amor a su figura coronada en oro o plata. Refrendo la lealtad del pueblo en sus emblemas argénteos bombeando en su pecho. Refrendo la pluralidad del costalero o del cargador. Refrendo el derecho a elegir en Sevilla Macarena o Triana, en Cádiz La Palma o Santa María

Puestos a decir que las multitudes piden referendos... ¿Qué podemos decir del que el sábado se pronunció en Sevilla hablando de coronas?



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