lunes, 2 de junio de 2014

Historia de un libro (a mi hermano Jesús Rodríguez)


(A mi hermano en la fe Jesús Rodríguez Arias, por su tesón a pesar de las dificultades y su honda fe que es guión de muchos, y en su "Diario de un blog" dará  luz a tanta oscuridad)



(Imagen de San Fernando Cofrade)

Un libro es
depende de su contenido, su fin y su autor. En sí es la esencia última de quien lo firma. En él se reparten historias, anhelos, sentimientos, realidades o ficción.

Es complejo describir qué es un libro porque todo depende del actor y del espectador. Un cúmulo de circunstancias que dirimen sobre cómo hacer partícipe al buceador de quimeras en aquél mar de letras por descubrir.

Así surge el verso o la prosa en las páginas vacías, de la experiencia, de aquello que nos llena y hace que queramos compartir lo que nos supone apreciar, padecer, gozar, reflexionar... Deseamos exportarlo, confiar nuestro yo más profundo a desconocidos que desean encontrar acontecimientos, vivencias, que hagan tambalear su interior.

Un libro es néctar. Lo intrínseco. Lo que nos pertenece. 

En su alma están escritas nuestras propias semblanzas. Los personajes somos nosotros o nuestro contrario, lo que añoramos, lo que odiamos, lo que envidiamos. Pretendemos reflejar dudas, planteamientos, emociones. 

Queremos ser mediadores entre dos mundos: el que vivimos y al que queremos escapar. Insistimos en intentar convertir al lector en protagonista o en antagonista, inmiscuírlo en una diatriba que desenmarañar o que lo envuelva en una imposible madeja.

Un libro es compañero. Pañuelo a veces, motivo de lágrimas otras.

Requiere destreza, empatía, conocimiento del ser humano para que cumpla la difícil misión de llegar hasta donde intentamos penetrar. Es la vida misma con sus complejidades, con sus simplezas. Lo que  para uno puede ser una guía para otro quizás sólo sean incongruencias. Párrafos y párrafos de sinsentidos.

Podemos aspirar a enseñar. Incluso a ser tutores de quienes tomen un sendero basado en nuestras percepciones, a las que llegamos tras interiorizar nuestras sensaciones antes de demostrarlas de forma abierta al mundo.

Un libro es... El lector... El escritor... Sus personajes, su desenlace, su moraleja, sus enseñanzas, sus  parábolas, su encuentro o desencuentro cuando choca de frente con nuestra forma de ver las cosas.

Puede dejarte indiferente y hacerte perder un tiempo precioso en el que pudieras haber encontrado lo que deseabas entre otras hojas. A lo mejor es el evangelio que aguardabas hallar y en sus versículos esté el Dios que necesitabas que te hablase. 

Lo que es seguro es que un libro es entraña, espíritu, fondo y razón de una necesidad que debía salir y hacerse conocer, porque en cada capítulo que se ahonde descubrimos más a los demás, nos descubrimos más nosotros mismos.








2 comentarios:

  1. Un libro contiene al fin y al cabo una parte fundamental de tu persona, de tus sentimientos, de tus tristezas y alegrías, de tus satisfacciones, de tu amor, de tu imaginación, de tus vivencias en torno a Dios. Son horas y horas escribiendo lo que te toca el corazón y te embelesa el alma.

    Un libro es parte de ti que quedara cuando me haya ido.

    Querido hermano: Muchas gracias por tus palabras que me han llegado al alma y me han emocionado a la vez.

    Un fraternal abrazo.

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  2. Ya te lo dije, hermano... Ganas de tenerlo porque en él está tu alma, como bien dices

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