En mi experiencia personal en lo vivido hoy, teniendo el honor de presentar una aplicación con visos de ser una gran ayuda y un mejor exponente relacionado con nuestra Semana Santa, puedo decir que me he sentido muy contento porque, en cuanto a la parte que me tocó, solo pretendí hacer ver que aquello que era novedad en La Isla, realmente, no lo era, y lo hacía asemejándolo a una de esas guías que hay en papel, pero el gran mérito de los implicados, desde mi punto de vista, era digno de encomio, por la complejidad y detalle de la aplicación.
Durante el transcurso del acto y, durante el previo también, conocí personalmente a una persona que me hizo recapacitar -Mariano, el gestor de De San Fernando Cañailla- y su visión de cómo todo, con el tiempo, hace que vayas tomando actitudes más laxas y te vayas alejando, poco a poco, de lo que antes fue tu razón de ser para muchas cosas.
Gracias, Mariano, por salir de tu "agujero" y honrarme con tu presencia.
Poco después, minutos antes de comenzar el acto, departía con Juan Manuel Chaves -autor de COFRADE APP SAN FERNANDO- y me argumentaba, desde su desconocimiento del mundo interno de las cofradías, cómo se había dado cuenta del gran entramado politizante, en no pocos aspectos, que existe en este terreno de cofrades. Sus palabras resonaron tan reales como sorprendidas.
Al comenzar el acto, palabras que representaban mis obras y experiencia como cofrade, empresario y gestor en mi actual emplazamiento laboral. Palabras salidas de un corazón de hermano y citadas por un hermano de corazón.
Desde mi punto de vista, demasiada relevancia para lo que he hecho. Porque, incluso, me llegué a enterar que el representante municipal que acudió al acto quiso informarse de porqué yo para presentar el evento y qué podría tener que ver con ello. No soy el sucesor de Steve Jobs, desde luego, sólo soy un cofrade.
Con ello, conste, no hago crítica alguna al citado representante, pero no quede en mi tintero la verdad.
Seguidamente, mi escueta y humilde presentación. Un engarce de ideas que trataban de aunar lo antiguo con lo nuevo. ¿Logré llegar a alguien? Eso nunca lo sabré. Mejor para mi ego. Porque en caso afirmativo se inflará, se llenará de vanagloria (porque somos así) y no es bueno ese aire que infla, no... Porque es el mismo aire que, con perdón de la escatología, te puede hacer ventosear cuando menos lo esperas. Y, en caso negativo, porque si soy conocedor de ello, mi afán por no perder mis ánimos por ser mejor cada día a través de mis letras, sucumbirán fruto del desánimo.
Así pues, de mi intervención, me quedo con la satisfacción del deber cumplido y de haber formado parte indirecta de un gran trabajo.
La información dada por Juan Manuel sobre el cómo funciona la aplicación: genial. Es informático, no tiene que saber dar discursos, ni nada parecido. Hablando como tal, como ingeniero informático, con la simpleza del que sabe lo que hace se llega a todos. Y él lo hizo.
Me faltó, sinceramente, mucha gente que esperaba poder saludar. No faltaron quienes considero mis hermanos, por encima de todo, y mi familia.
Desde hace no poco tiempo me estoy dando cuenta de lo fácil que es caer en el olvido -voy a ser egoísta-.
Sí. ¡Egoísta!
Cuando lo que has sido y estás orgulloso de exportarlo no es apoyado por aquellos a los que, por mi labor, son nombrados en la unidad de un grupo y, sin embargo, te llaman a filas -cuando requieren algo- como si fueras afín a ellos, un vacío se abre ante los ojos. Un vacío de desilusión.
Mi egoísmo no es ególatra. Mi egoísmo es el que florece por la fuerza y se marchita rápidamente por esa desilusión. Una creencia rota. Aquella por la que, una vez, te daban -¡Ay, inocente!- palmaditas en la espalda; haciéndote creer que agradecían tu dedicación sin horarios.
Sin embargo, hoy he cogido fuerzas rompiendo un nudo gordiano que me ataba demasiado. Hoy me he despegado ¡por fin! de esa cadena que no hacía nada más que lastrarme sin motivo alguno. ¡Cadenas...! ¡Ante las puertas verdes os dejo!
Finalizaba la tarde con un regalo -prometo que inesperado-, pero tan sincero y humilde, que fue sin duda el momento donde más orgulloso me he sentido desde que acepté esta labor, complicada, de presentar el acto en cuestión. De una bolsa, el envoltorio que cubría lo que era visible y, al descubrirlo, se me empañaron los ojos. Mi Cristo y mi nombre, bajo su boca entreabierta, en una placa dorada.
Sin duda, hoy fue un día de realidades. De pasar página. Un día para un después y dejar atrás un antes silente con mucho vacío.
Insisto. Mi satisfacción: haber cumplido. Mi orgullo: haber colaborado en una empresa que busca realzar a la Semana Santa de San Fernando y a la propia ciudad.
Mis coordenadas han variado desde hoy mismo.
Enhorabuena por la aplicación y gracias a Juan Manuel y a José Manuel por confiar en mi. A Jesús por pensar en mi. A Faé por no fallarme y a mi familia por no abandonarme.
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