Era mi muerte anunciada;
tu silencio, la daga;
tus palabras, su hoja afilada;
tu indiferencia, la puñalada.
Mi razón lo sabía,
mi corazón lo negaba;
murió de una certera cuchillada
de tu mirada helada.
En las noches calladas
se oyen unas pisadas,
lamentos, llantos sin calma;
era mi amor, errante fantasma.
hay que huir de esas miradas,
ResponderEliminarlindo poema mi amigo.
Muchas gracias. Ya sabemos cuán difíciles son las relaciones. Un saludo, estimado amigo.
EliminarMe gusto,
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