Mientras otros se declaran la guerra, yo me declaro en letras. En mí un estado de excepción; parapetos de versos para detener aquellas balas de odio cargadas.
No tengo más bandera que la voz que ondea en el asta de mi alma; no tengo más patria que aquella que limitan mis estrofas amuralladas.
De sentimientos es mi artillería, de poesía mi vanguardia y de prosa mi retaguardia; por aire y mar, bombas de libertad suspiran ser declamadas.
Son mis consignas las rimas inquietas que se alzan gritando contra jaurías domadas de biliosas miradas. Rabiosas armadas.
Mientras unos se declaran en guerra, yo me declaro soldado de letras; insumiso donde otros que hablan de paz han traicionado su palabra.
Incluso diría yo, que es la mejor forma de, tanto hacer el amor, como de hacer la guerra. Nada duele mas que dejen plasmado en letras una verdad.
ResponderEliminarMuy agradecido, Helena, por tu reflexión. Creo, como tú, que las palabras no se destruyen tan facilmente.
EliminarJuan A. es la primera vez que leo tu blog y no hay nada mejor que una guerra de letras donde las balas se disparan al corazón las letras las dispara las mentes. Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen. Espero no te haya disgustado su lectura (la del blog). Grandes poetas ya cantaron ser soldados de letras; yo, humildemente, como rimador, me uno a su batalla en las letras. Un saludo.
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