sábado, 16 de mayo de 2015

VOX: El grito en el desierto

Un amigo de toda la vida exclama al ver un estado de mi Facebook: "¿¡Vox!?".

La pregunta obtiene como respuesta una virtual carcajada, porque siendo él más de izquierdas que un zurdo, sabía que su reacción sería algo así (me veía más centrado, quizás).

Me encuentro en la lista de la candidatura de VOX en Dos Hermanas. Una ciudad de rancio abolengo socialista. El PSOE, como si de un Merlín se tratara, clavó su espada en la roca de la ciudad nazarena, y se ve que la magia funciona: décadas después no ha habido quien se haga con ella. Arturo aún no ha hecho acto de presencia y, como pasa en Andalucía misma -con su gobierno regional-, muchos seguimos aguardándolo.

¿Sería VOX ese personaje, imagen del buen facer y mejor comandar?

La verdad... Habríamos de tener más fe que una monjita de la Caridad para creerlo.

Hasta el momento, VOX pertenecía a uno de esos grupos de nueva hornada, que había entrado de puntillas justo detrás de Ciudadanos, Podemos y Ganemos (ese quiero y no puedo que imita al partido de Iglesias, Errejón, Monedero... ¡Perdón! Que éste último ya ha visto que su tren va sin frenos, y se ha tirado en marcha).

Como decía, que me disipo: Hasta el momento...

Las previsiones auguran cambios, y Ciudadanos será la llave que los partidos tradicionales querrán llevar colgada en su llavero. Ya ven.

Podemos (al tiempo), se debatirá en formar grandes coaliciones con otros partidos de pensamientos idénticos, allá donde sabe que tiene el campo ganado (pongamos, como ejemplo, una Marinaleda).

Ganemos... Bueno... Estos convergerán en podemizarse y, o bien formar parte de los anteriores, o ser su partido satélite. No lo tengo muy claro.

¿Y VOX? Ese ente que se vende como la auténtica derecha. ¿Qué pasa con él?

Pues pasa que ese lema no es que asuste a los españoles de hoy, sino que es motivo de befa y desprecio. Hablar de la derecha en este país, que es incapaz de superar la terrible etapa de su Guerra Civil (o puede que a alguno no le convenga que se olvide), es hacerlo de Una, Grande y Libre tras la aureolada cabeza del águila del apóstol san Juan; del Valle de los Caídos, del Opus Dei, del
Cara al sol, de la falta de no religiosidad en los estamentos públicos... En fin. VOX, con su firma, representa aquella España en blanco y negro de Franco. Eso es así.

VOX es un partido naciente de la desesperación de gentes harta del bipartidismo y de la gran corruptela que, a varios niveles, sufrimos en este Sur de Europa. La marca de aguas que este país lleva impresa. Pero, a diferencia de otros de misma madre, ha carecido no ya de programa, sino de tirón mediático.

Un grupúsculo de fachas (ahora también dicen fascistoides), antiguos votantes de Alianza Popular, conmemoradores del veinte de noviembre¡Eso es VOX!  (O así lo han querido ver quien se lo ha encontrado de frente).

Con esta tarjeta de presentación, que nos hemos encontrado en un cajón cerrado desde hace años por los mismos que hoy gobiernan la nación y se autodenominan Centro, por el temor a que les señalen como lo que en realidad son, hemos salido a darnos a conocer. ¡Hay que ser pánfilos!

Recuperamos lo que otros dejaron atrás, y nos lanzamos a la piscina sin salvavidas. Con un programa interesante, pero desconocido. Arrimándonos a organizaciones que han visto en VOX la lanzadera ideal para darle empuje a sus proposiciones (caso de aquellas Pro-Vida), que no es que esté mal, pero no es el gran punto de partida que necesitamos. Apostamos por publicitarnos en plena calle; en el campo de batalla, donde los colores se funden y nos exponemos a ser alcanzados por la intolerancia ideológica que aturulla al español.

VOX se presenta a las elecciones locales por el respeto que les merecen los votantes que decidieron incluir en las urnas su papeleta, a sabiendas que su papel será de mera presencia, al menos en Andalucía. Sin embargo, solo la constancia será útil.

En ese nivel estamos. Maniquíes en el escaparate de la política. Silenciados por los adeptos de los otros colores con los que, supuestamente, compartimos democracia (esa que habla del derecho a la diversidad de opinión), que entorpecen, envilecen y apedrean (de forma literal) la labor de campaña y de información en cada población en la que haya una candidatura nuestra. Ninguneados y abandonados por los medios de comunicación (¿quizás conviene darle más voz a los posibles candidatos bisagras? Pregunto).

Mi opinión es solo la de uno más del pueblo. Sin relevancia. Pero ahí va.

A tenor de lo expuesto, podría coger una depresión y volver a la ruta marcada por los partidos de siempre, aunque siempre he sido un optimista (bendita mi sangre gaditana, que hace que vea luz donde lo negro lo es todo). VOX es una opción que no debe ir a por el liberal/neoliberal insatisfecho, debe creer más en sus propuestas y venderlas. Ciudadanos tiene a Rivera, un hombre-brújula que allá donde señale no hay más que seguir su camino y, cuando se llegue, decir: "Somos los de Albert". Y listos. VOX no tiene un Mesías, aunque Ortega Lara, Santiago Abascal o Francisco Serrano sean personas que desprendan coherencia.

Nos falta consolidarnos como esa opción que antes dije que éramos. Nos sobra posicionarnos en luchas que, a priori, no interesan como causas principales a probables electores. Nos falta dejar de decir con recelo somos la derecha del siglo XXI. Nos sobra no concretar qué es esa derecha del siglo XXI. Nos falta un actor mediático, no como un alterador o un dios del escenario social, sino como un enganche a ese público que no sabe que existimos o no está seguro, si al optar por darnos su confianza, lo hará a uno de esos movimientos ultras con los que, a fin de cuentas, tampoco le representan.

Y, sobre todo, ver la particularidad de cada región donde estemos presente, pues no siempre para todos vale lo mismo. 

VOX es como el producto en almacén que se vende en pequeños comercios. O como el equipo de fútbol que parece venir de una división inferior. Todo ello quizás sea así, pero hay que saber qué tiene de bueno ese producto, o qué es capaz de hacer ese equipo ante uno de los poderosos. Sino es así, según lo veo, VOX quedará para vestir santos; a lo que, por otro lado, parece ser que algunos que se consideran grandes defensores de la libertad de expresión, (Ironía ON) conciben como nuestra profesión y les gustaría que no dejásemos.

De momento, VOX es el grito en el desierto. Hay que cambiar eso.

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