Esperanza de San Gil, pasa la Virgen Macarena otra vez por calle Parra derramando devociones y petaladas de oraciones se cruzan ante su mirada.
Salteras en su camino riega con pentagramas de plegarias por donde la Madre pasó y dejó mariquillas en Sevilla entera plantadas.
La tarde de un sábado de mayo se convierte en algarada. Por sus calles inciensos, sus balconadas engalanadas y corazones revestidos de medallas de madrugadas.
¿Hasta dónde, Esperanza, Madre de esta tierra que te alaba, eres capaz de llevar a este pueblo que te ama? ¿Hasta dónde, Señora de la Resolana?
Campanas que suenan a gloria despiden a la soberana, y su palio esmeralda se confunde con los azules de una primavera que se acaba.
En su cara una sonrisa. ¡Que no sale en la noche trágica! Que no va tras su Hijo a la sentencia que le aguarda. En su cara una sonrisa y una sonrisa es su cara.
Te llevan, Consuelo, Paz, Amor, Salud, Auxiliadora, Dulce Nombre de María, por caminos que son las cuentas de tu Rosario que rezuman sevillanía.
Devota hija de Ana, Esperanza Macarena -aquella que vive en Triana-soñaré verte de estrellas coronada que no hay oro que pueda vestir mejor tu planta.
Cincuenta años de macarenas remembranzas. Medio siglo desde que tu gente quisiera regalarte su amor en una presea de alabanzas.
(Imagen ABC)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar. Este blog está registrado en Safe Creative®