Tú no lo entiendes y yo no puedo explicarlo, pero despertaría cada día en la mañana de un Lunes Santo. Reviviría cada momento de su tarde y cuando el reloj acabe con el encanto, y al cerrar los ojos solo vea capas rojas y capirotes blancos, ¡ay, sueño! volvería a despertarme pensando que ayer fue Domingo de Ramos.
(Foto La Voz de Cádiz)